REPRESENTACIONES MEDIÁTICAS DE MAHOMA:

NUEVOS RETOS PARA EL ESTUDIO DE LA COMUNICACIÓN INTERNACIONAL

 

Antoni Castells i Talens

Universidad Veracruzana

 

 

Resumen

 

Los cambios en la política internacional desde el final de la Guerra Fría han obligado al estudio de comunicación internacional a una auto revisión permanente. Los actores internacionales se han vuelto difusos y el más reciente terror político resulta difícil de entender desde América Latina, por su impacto mediático sin precedentes pero también por sus atentados contra objetivos culturales (publicaciones satíricas, periodistas, museos, universidades, conciertos). La docencia de comunicación afronta ahora nuevos retos. Por un lado debe actualizarse y encontrar maneras innovadoras de explicar temas de la Guerra Fría que siguen vigentes pero que se han transformado y por el otro debe explicar un panorama con nuevos actores, nuevos usos de las tecnologías y nuevos problemas comunicacionales. Este artículo propone abordar la docencia de la comunicación internacional estudiando las consecuencias dramáticas de las representaciones de Mahoma en el periódico danés Jyllands-Posten, en el video de YouTube Innocence of Muslims y en el semanario satírico francés Charlie Hebdo. Para ello, sugiere centrarse en cuatro temas cruciales para la disciplina: el modelo de responsabilidad social de los medios, el flujo de la información y la comunicación; la censura e intervenciones gubernamentales, y la influencia política y comunicacional de las nuevas tecnologías.

 

Abstract

 

Since the end of the Cold War, the changes in international politics have forced the field of international communication to revise itself on a permanent basis. International actors have become diffused. Observed from Latin America, the most recent events of political terror are hard to understand because of their impact in the media, but also because of their attacks on cultural targets (satirical publications, journalists, museums, universities, concerts). The teaching of communication now faces new challenges. On the one hand, it must keep up to date and find innovative ways to present topics that, although they remain current since the Cold War, have witnessed significant transformations. On the other hand, it must explain a context with new actors, new uses of communication technology, and new communication problems. This article proposes to approach the teaching of international communication by studying the dramatic consequences of the depictions of Muhammad in the Danish newspaper Jyllands-Posten, in the YouTube video Innocence of Muslims, and in the French satirical weekly magazine Charlie Hebdo. In particular, the article suggests to use this case to teach four key topics for international communication: the model of social responsibility in the press; the international flow of information and communication; censorship and governmental control of the media, and the political and communicational influence of new technologies.

 

PALABRAS CLAVE: comunicación internacional, representaciones de Mahoma, violencia, medios, flujo de la información, NOMIC

 

KEYWORDS: international communication, depictions of Muhammad, violence, media, information flow, NWICO

 


           


El año 2015 fue especialmente violento para la cultura y la comunicación. En enero, un ataque a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo en París dejó a 12 muertos, incluyendo a tres de los caricaturistas más reconocidos de Francia. En febrero, militantes del Estado Islámico irrumpieron en el museo de Mosul, en Irak, y destruyeron a mazazos estatuas y representaciones artísticas milenarias. En marzo, un grupo armado mató a 24 visitantes del Museo Nacional del Bardo, el principal museo de Túnez y uno de los más completos de África. En abril, militantes de Al Shabaab entraron en una universidad pública de Kenya, y mataron a 150 personas, la mayoría estudiantes. Al acabar el año, tres hombres armados entraron en histórica sala de espectáculos francesa Bataclan y acabaron con la vida de 90 personas.

            El estudio de la comunicación internacional, que desde el final de la Guerra Fría ha sido forzado a la autorevisión permanente, encara ahora el reto de entender y explicar actos que, presenciados desde América Latina, resultan incomprensibles. Este ensayo propone abordar la docencia de una disciplina compleja y escurridiza partiendo de la intersección entre cultura, comunicación y violencia. Más que un método de docencia, plantea la incorporación de nuevas ideas en un curso universitario y sugiere maneras innovadoras de interrelacionar la actualidad mundial con temas clásicos de la comunicación internacional. En específico, propone centrar la atención en las representaciones visuales de Mahoma y sus consecuencias directas entre 2005 y 2015 como ejemplo paradigmático de la relevancia de la comunicación en los conflictos globales del siglo XXI.

            Para ello, parto de mi experiencia docente en comunicación internacional en los últimos 20 años, tanto en Estados Unidos como en México. En una primera parte, expongo algunos de los aspectos contextuales más relevantes del conflicto desde una perspectiva de la comunicación (representaciones mediáticas de Mahoma, manifestaciones masivas de protesta, intervenciones gubernamentales en temas de medios y libertad de expresión, acciones y reacciones en torno a empresas de nuevas tecnologías). En una segunda parte, relaciono estos aspectos con temas clásicos de la comunicación internacional, que a la vez ayudan a darle sentido a lo que sucede y contribuyen a actualizar y matizar debates de la Guerra Fría que habían quedado obsoletos.

            Debo de haber impartido este curso una docena de veces a nivel de licenciatura, maestría y doctorado y no he diseñado dos programas de estudios que se parezcan. Las transformaciones revolucionarias en la tecnología y la política internacional de las pasadas dos décadas han obligado a la revaloración constante. Aún no he descubierto una fórmula que permita abarcar todos los temas indispensables: cuando añado uno que me parece crucial, desaparece otro que también lo era. Necesitaría más de quince semanas para ofrecer el programa ideal, pero son pocas las licenciaturas y los posgrados de comunicación en el mundo que permitirían más de un semestre dedicado a la comunicación internacional.

            Algunos temas han figurado en todos mis programas desde el inicio: una mirada histórica a la comunicación durante la Guerra Fría, el flujo de la información (incluyendo el debate del NOMIC en la Unesco, del cual hablaré más tarde), el imperialismo cultural, los sistemas de prensa en el mundo, los barones mediáticos y la economía política de las empresas de comunicación, las implicaciones culturales de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación o los medios ciudadanos y alternativos. Pero después, hay temas que me parecen también relevantes y que aparecen y desaparecen de mis cursos semestre tras semestre y que incluyen los siguientes: medios y terror político, estado y vigilancia, propaganda internacional, comunicación y violencia, medios para la paz, medios indígenas, censura y dominación, cine e ideología, comunicación para el desarrollo, periodismo de guerra, la comunicación en movimientos revolucionarios e insurgentes, las corporaciones de relaciones públicas en la política internacional, la música como resistencia o el nacionalismo como discurso.

            No he logrado resolver la tensión de balancear estos temas y no presento el caso de las representaciones de Mahoma como la solución. Sin embargo, su estudio permite abordar varios de ellos de una manera actual e incita a la reflexión y a la discusión entre estudiantes.

Representaciones visuales de Mahoma

            Las representaciones visuales de Mahoma, consideradas blasfemia según algunas interpretaciones del Islam, han sido usadas tanto para la provocación malévola (como en el caso del video Innocence of Muslims) como para la defensa radical y polémica de la libertad de expresión, en su sentido más libertario (como en las caricaturas danesas[1] y francesas).

            El atentado de Charlie Hebdo de enero de 2015 desenterró debates sobre la libertad de expresión y la responsabilidad social de la prensa e hizo obvias las consecuencias inmediatas de los flujos internacionales de la información y la comunicación. A continuación esbozo una serie de hechos del conflicto que son de utilidad para que los estudiantes contextualicen la magnitud del fenómeno, y después apunto cómo ligarlos a temas de la comunicación internacional.

            En 2005, el periódico conservador danés Jyllands-Posten publicó a página entera una serie de caricaturas de Mahoma, incluyendo al profeta con cuernos, con un sable entre manos o con una bomba en el turbante. Las organizaciones musulmanas de Dinamarca protestaron ante el gobierno y demandaron al periódico, pero las autoridades no encontraron ningún delito y alegaron que las leyes danesas protegían la libertad de expresión. El incidente no despertó gran atención de los medios internacionales, hasta que meses después, un grupo de líderes musulmanes de Dinamarca viajó a varios países de tradición islámica para presentar el caso y pedir apoyo contra la blasfemia.

            La noticia circuló entonces con rapidez y las protestas llegaron a las calles, en donde se quemaron embajadas de Dinamarca y de Estados Unidos. En Pakistán, los manifestantes incendiaron cadenas de comida y otros negocios occidentales y los enfrentamientos con la policía resultaron en muertos y heridos. En Nigeria, los choques entre cristianos y musulmanes a raíz de las caricaturas provocaron un centenar de muertes (Polgreen, 2006). Se calcula que al final del conflicto, los muertos ascendieron a 200 en todo el mundo (Cohen, 2009). En algunos países incluso se prohibió la venta de Lego, empresa danesa, y de galletas danesas de mantequilla, que de hecho estaban hechas en Inglaterra (Cass, 2006). Dos años más tarde, uno de los cartonistas daneses, Kurt Westergaard, tuvo que refugiarse en casas de seguridad y fue objeto de intentos de atentados (Kimmelman, 2008).

            En 2009, Yale University Press publicó un libro de la investigadora Jytte Klausen sobre la polémica de los cartones pero eliminó todas las ilustraciones sobre Mahoma, una acción que fue criticada como "cobardía académica" (Cohen, 2009).

            Combinando el estricto criterio periodístico con la solidaridad hacia el periódico danés, varios periódicos en todo el mundo reprodujeron las caricaturas del Jyllads-Posten, pero él que lo hizo de manera más irreverente fue el semanario satírico francés Charlie Hebdo, que publicó a primera plana el titular "Mahoma desbordado por los integristas", acompañado de una caricatura de Mahoma tapándose los ojos y diciendo: "C'est dur d'être aimé par des cons..." ("Es difícil ser amado por pendejos...").

            A diferencia del danés Jyllands-Posten, Charlie Hebdo no se caracterizaba por sus vínculos con la derecha anti-islámica ni por una línea editorial contraria a la migración. Por el contrario, su editor, Charb, y toda la redacción reivindicaban una militancia antiracista y antifascista y presumían de unos orígenes que ridiculizaban al poder desde los 1970s: "Charlie Hebdo es hijo del mayo del 68, de la libertad, de la insolencia" (Charb y Nicolino, 2013). Sus trabajadores se repartían entre simpatizantes de la izquierda, la extrema izquierda, el anarquismo y el ecologismo (Charb y Nicolino, 2013). Su burla hacia el islamismo integrista había ido precedida de caricaturas que hacían mofa del integrismo católico.

            En noviembre de 2011, Charlie Hebdo presentó en línea la portada de un número especial que se llamaría Charia Hebdo[2], de nuevo con Mahoma de protagonista diciendo: "100 latigazos si no se mueren de la risa". En Facebook surgieron amenazas de muerte y justo antes del lanzamiento de la revista en los quioscos, dos personas arrojaron un cóctel molotov a la redacción del semanario, quemándola por completo. Esa misma noche, la página web de Charlie Hebdo fue hackeada y remplazada por una foto de La Meca y un mensaje en inglés que decía "No God but Allah" ("Ningún Dios que no sea Allah") (Bordenave y Temisien, 2011).       El atentado despertó la solidaridad de la sociedad francesa, incluyendo al primer ministro François Fillon, el entonces líder socialista François Hollande, el equipo de campaña del partido ultraderechista Front National y el presidente del consejo francés del culto musulmán ("Condamnation unanime..." 2011).

            Menos de un año después, en YouTube apareció un corto de 13 minutos que se suponía que era el tráiler de una película titulada Innocence of Muslims ("La inocencia de los musulmanes"). En él, Mahoma aparece como un huérfano al que llaman "bastardo" o "Mahoma bastardo" en repetidas ocasiones, que come huesos, que se transforma en un guerrero manchado de sangre y que, empuñando una espada sangrienta, amenaza a los infieles. En el video, con actuaciones y edición de aficionado, se distingue claramente que las referencias a Mahoma y al Islam no son pronunciadas por los actores sino que fueron dobladas y sobreimpuestas durante la posproducción. Incluso a media frase, la voz que hace referencia a Mahoma cambia y no coincide con la de los actores.

            Después de unos días de confusión y pistas falsas difundidas por el mismo director, se descubrió que el video era obra de Nakoula Basseley Nakoula, un egipcio cristiano copto residente en Estados Unidos y con antecedentes por fraude bancario. Nakoula mandó el video, de nulo interés artístico, a la prensa de países árabes de manera anónima para su difusión. En pocos días, el mundo musulmán se inflamó en protesta.

            A partir del 11 de septiembre de 2012, en menos de una semana se sucedieron una serie de eventos que podrían proporcionar, por si solos, suficiente material para dar un curso completo de un semestre sobre comunicación internacional. Manifestantes musulmanes intentaron un asalto a la embajada de Estados Unidos en El Cairo. Otro asalto a un consulado estadounidense en Libia acabó con cuatro muertos, incluyendo el embajador. Estados Unidos reaccionó mandando dos destructores a las costas de Libia. Una manifestación en El Cairo se saldó con 200 heridos. En Yemen, los manifestantes también atacaron la embajada de Estados Unidos en unos disturbios que dejaron cuatro muertos. Las protestas se reprodujeron en Irak, Irán, Cisjordania, Sudán, el Líbano, Túnez, Nigeria, Bahrain, Jordania, Malasia, las Islas Maldivas, Afganistán, Azerbaiján, Palestina, Indonesia... Cualquier país con una población musulmana significante veía como las calles se llenaban en protesta. En muchas de las manifestaciones se repetían ataques a embajadas occidentales mientras los disturbios causaban docenas de muertos y heridos. El 15 de septiembre, aprovechando el estado de la opinión pública musulmana, un grupo talibán atacó una base aérea estadounidense en Afganistán y mató a dos marines. Estados Unidos retiró a diplomáticos de algunos países y llegó a cerrar su embajada de Tailandia.

            Las protestas llegaron a Europa: Gran Bretaña, Grecia, Francia. En París, una manifestación de 250 musulmanes fue rodeada por la policía y 150 manifestantes fueron detenidos e identificados. Al día siguiente, en una acción sin precedentes, Francia prohibió las manifestaciones contra el video argumentando que eran manifestaciones de conflictos que no afectaban a Francia y que su único propósito era perturbar el orden público, provocar violencia y sembrar el odio ("Film anti-islam...", 2012).

            Desde Washington, para intentar serenar la situación y en otra acción inédita, la Casa Blanca presionó a Google, propietaria de YouTube, para que revisara si el video violaba los términos de uso y se podía eliminar. La policía californiana, mientras tanto, detenía al productor del video, Nakoula, para interrogarlo.

            El 17 de septiembre Google reaccionó bloqueando el acceso al video en Egipto, India, Indonesia, Malasia y otros países. Los gobiernos de Pakistán y Bangladesh, además, bloquearon totalmente el acceso a YouTube. Al día siguiente, Arabia Saudita amenazó con bloquear YouTube si Google no eliminaba el video.

            Mientras, en Alemania, un grupo de extrema derecha anunció su intención de proyectar el video en público. El ministro de Asuntos Exteriores alemán condenó el plan. En Estados Unidos, Media for Christ, una asociación civil religiosa que participó en el rodaje de la película, declaraba en público que los actores fueron engañados.

            Cuando el conflicto del video apenas tenía una semana, el 19 de septiembre, en Francia, Charlie Hebdo publicó un nuevo dibujo de Mahoma con el profeta desnudo, echado boca abajo, y un cineasta que filmaba desde atrás. El titular leía "El film que incendia el mundo musulmán" y Mahoma decía: "¿Y mis nalgas? ¿Te gustan mis nalgas?" El mismo día, la página web de la revista recibió un ciberataque y Francia cerró sus embajadas, consulados, escuelas y centros culturales en 20 países musulmanes. Esta vez, varias voces de Francia se alzaron contra lo que vieron como una irresponsabilidad del semanario satírico.

            A las protestas contra el video y Estados Unidos, que se seguían multiplicando por todo el mundo musulmán, se le agregaron manifestaciones contra la portada de Charlie Hebdo y contra Francia en el Líbano y Pakistán, con 50 heridos.

            La revista satírica alemana Titanic anunció entonces la publicación en portada de un fotomontaje de Mahoma capturando a Bettina Wulff, la ex primera dama. El gobierno alemán cerró embajadas en países musulmanes y las protestas comenzaron a apuntar también a ese país. Mientras, en California, un juez negó la petición de una actriz que aparecía en el cortometraje para que se eliminara el video de YouTube. En Jordania, Google bloqueó el acceso al video. Y los talibanes mandaban a la televisión un video de la supuesta preparación del atentado en el que habían muerto dos marines unos días antes.

Irán bloqueó Google, YouTube y Gmail y anunció que boicotearía los Óscars de 2013 en señal de protesta[3]. En la ONU, un grupo de países musulmanes buscaban restringir la difamación de la religión y del profeta Mahoma y que los ataques de carácter religioso no estuvieran protegidos por la libertad de expresión.

            Un año y medio después, en febrero de 2014, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos ordenó eliminar el video de YouTube, alegando una violación de derechos de autor de la actriz que había demandado a Google. Google expresó su desacuerdo y anunció que lucharía para volver a colgar el video, pero acató la orden judicial. En 2014, La inocencia de los musulmanes desapareció de Internet.

            En enero de 2015, dos hombres vestidos de negro irrumpieron en la redacción de Charlie Hebdo y abrieron fuego con fusiles AK-47. Huyeron a pie y después en coche, matando a 12 personas, entre los cuales figuraban los dibujantes Charb (editor de la revista), Cabu, Honoré, Tigous y Wolinski. Una semana después, Al Qaeda reivindicó en un video el atentado "como venganza por el mensajero Allah" ("Al-Qaida dans la péninsule..." 2015).

Temas para la docencia y el debate

            A partir de los dibujos satíricos y el video de YouTube y sus consecuencias, se pueden exponer algunos de los grandes temas de la comunicación internacional y debatir algunas de las principales polémicas que afectan el día a día de las relaciones internacionales.

            Un primer debate que tal vez parezca inocuo visto desde América Latina, pero que merece ponerse a discusión, es la conveniencia o no de mostrar las caricaturas y el cortometraje en clase. Las caricaturas aparecen sin esfuerzo en Google y aunque el video es casi imposible de encontrar, bajé una copia antes de que YouTube se viera obligado a eliminarlo, copia que no tengo inconveniente en compartir siempre que sea con fines académicos[4].

            A diferencia de cuando fui profesor en Estados Unidos, en México nunca he tenido a estudiantes musulmanes en clase. El Islam como práctica, como concepto, e incluso como objeto de estudio, queda tan lejos de la mayoría de universidades latinoamericanas que mostrar a Mahoma, de momento, no presenta riesgos de seguridad ni de escándalo público, ni resulta ofensivo para los estudiantes. Incluso la revista satírica mexicana El Chamuco llegó a publicar un discreto dibujo del profeta sin provocar la más mínima reacción.

            Sin embargo, antes de mostrar las imágenes en clase, me parece buena idea recalcar mis dudas y mi incomodidad por mostrar material ofensivo e inflamatorio para el Islam. Defiendo la libertad de expresión desde un punto de vista libertario, posiblemente más cercano al de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos que al más matizado enfoque de responsabilidad social de la mayoría de países de Europa, y eso incluye también la libertad de cátedra, pero también comprendo la posición opuesta y, por eso, en clase me parece indispensable presentar las voces contrarias a que se represente visualmente a Mahoma.

            En el caso de las caricaturas danesas, Peter Hervik (2012) advierte del racismo provocador y los motivos políticos que las impulsaron y que van más allá del debate sobre la libertad de expresión. De igual forma, el extrabajador de Charlie Hebdo Olivier Cyran (2013) critica los dibujos del semanario francés, al que acusa de haberse convertido en una máquina de "refinar el racismo" islamófobo bajo el disfraz de la libertad de expresión. En el caso del video, Nakoula recibió duras críticas incluso del escritor Salman Rushdie, poco sospechoso de ser enemigo de la libertad de expresión ni de predicar el fundamentalismo islámico. Rushdie argumentó que no era un caso de libertad, sino de una provocación malintencionada, basada en una industria de la ira ("outrage industry") (Cheney, 2012). También puede ser útil exponer los argumentos de Cass (2006), en el sentido de que al pronunciarse post-cristiana y post-religiosa, Europa es incapaz entender la importancia de la religión para otros pueblos y qué significan las ofensas a esas religiones.

            Presentado el primer dilema sobre la conveniencia o no de mostrar las caricaturas y el video, a continuación expongo algunos de los temas para la docencia, basados en las representaciones de Mahoma y las consecuencias detalladas anteriormente.

Responsabilidad social

            En un momento en el que las libertades civiles están siendo recortadas a nivel global, un buen punto de partida para la discusión es el de la oposición de una concepción libertaria de los medios a una concepción de responsabilidad social. Esta oposición funciona más en la teoría que en la práctica, ya que la mayoría de sistemas de prensa democráticos las libertades de prensa conviven con restricciones aceptadas socialmente, como la persecución de la difamación y la incitación al odio o al genocidio. Sin embargo, los casos de Jyllands-Posten, Charlie Hebdo y La inocencia de los musulmanes han reactivado el debate sobre los límites a la libertad de expresión.

            El término de responsabilidad social ha sido pervertido con frecuencia, apropiado por empresas con intenciones más cercanas al mercadeo que al compromiso legítimo con la responsabilidad y, cuando se aplica a los medios, es un término que el poder político tiende a usar como justificación de la censura. En clase entendemos responsabilidad social en el sentido mediático más elemental, el que publicaron Siebert, Peterson y Schramm en 1956, cuando clasificaron y dividieron a la prensa de todo el mundo en cuatro modelos: autoritario, comunista, libertario y de responsabilidad social.

            En el curso leemos de manera crítica estos modelos por su valor histórico y los contrastamos con lecturas mas recientes (Hachten, 1996; Hallin y Papathanassopoulos, 2002; Merrill, 2009; Wasserman, 2009), pero el dilema de la responsabilidad social en los medios es relevante, como muestra Bunce (2010) en un excelente estudio de caso que expone las dificultades de la ética y la responsabilidad en los medios.

            ¿Hasta qué punto son irreconciliables la responsabilidad social y la sátira, que por definición busca la burla y la provocación? En el mismo Jyllands-Posten, algunos periodistas se opusieron a la línea editorial beligerante y ofensiva y a sus guiños constantes con la ultraderecha antiislámica (Hervik, 2006). Algunas publicaciones europeas, incluso desde la izquierda, se solidarizaron sin titubear con sus colegas daneses y reprodujeron las caricaturas mientras que el New York Times, por ejemplo, decidió no hacerlo (Cohen, 2009). Es decir, ni los mismos medios occidentales mostraron unanimidad en la manera de afrontar el conflicto.

            Por otro lado, es esencial distinguir la responsabilidad social de la autocensura producto del miedo, por delgada que pueda ser la línea entre las dos. Cuando Yale University Press eliminó todas las representaciones de Mahoma de su libro, lo hizo en parte por el temor a atentados. El director editorial de Yale puso en la balanza la libertad de prensa y "tener sangre en las manos" y provocar violencia "de Indonesia a Nigeria" (Cohen, 2009). Una situación parecida la vivió el Museo Metropolitano de Nueva York, que en 2011, aprovechando una renovación, retiró de sus galerías todas las obras de arte religioso que representaban a Mahoma (Vincent, 2010).

            Tanto la responsabilidad social como la autocensura son preventivas y pueden ser explicables, pero no se pueden analizar al mismo nivel ya que una parte de una intención de conservar la paz social y la otra es consecuencia del miedo a represalias. También es imprescindible recalcar ante los estudiantes que ni los que proponen responsabilidad social defienden la censura, ni mucho menos culpan a las víctimas de los atentados. La noción del "se lo buscaron", que justifica la violencia y tal vez se pueda escuchar en la calle y que se leyó en Twitter después del atentado de 2015 a Charlie Hebdo, no aparece en absoluto en las posiciones académicas críticas con las representaciones de Mahoma.

Censura e intervención gubernamental

            A parte de la autocensura, que suele ser una acción provocada por el intento político de controlar a los medios, los gobiernos intervinieron de manera más o menos abierta para intentar manejar el conflicto e influir en los medios. Los países involucrados directamente en las publicaciones de la imagen de Mahoma, Dinamarca, Francia y Estados Unidos, tienen índices de libertad de expresión de altos a moderadamente altos. Según la lista de Reporteros sin Fronteras de 2015, Dinamarca se sitúa en tercera posición de libertad de prensa a nivel mundial, Francia en el número 38 y Estados Unidos en el 49[5]. Para tener una idea comparativa, en América Latina, los lugares más altos los ocupan Costa Rica (16), Uruguay (23) y Surinam (29) y los más bajos Venezuela (137), México (148) y Cuba (169) (Reporters Sans Frontières, 2015, 2015a, 2015b).

            Ni en Francia ni en Dinamarca los gobiernos intentaron censurar a los medios que publicaron las caricaturas. Sin embargo, en 2012 el gobierno francés se vio embarcado en la paradoja de prohibir manifestaciones islámicas que pretendían prohibir el video de YouTube. Los argumentos oficiales de que esas manifestaciones eran provocaciones y que podían derivar en violencia se podían usar también para prohibir la publicación de los cartones o para restringir el acceso al video en YouTube. De hecho, un buen número de gobiernos de países musulmanes hizo exactamente esto, responder a una provocación (un video o una manifestación en la calle, dependiendo del punto de vista) con una prohibición, en nombre de evitar la violencia.

            En cuanto a la justificación de que no se permitían las manifestaciones porque era un tema que no afectaba a Francia, es sencillamente, absurda: a partir del momento de que se arma una manifestación en París, afecta a Francia. Con casi cinco millones de musulmanes que representan 7.5% de la población francesa (Pew Forum, 2010), además, es difícil argumentar que una manifestación que protesta en contra de un ultraje a Mahoma sea ajena a Francia. Por último, independientemente del peso de los musulmanes en Europa, la libertad de expresión aplica a todos los temas, no sólo a los que los gobiernos deciden que son relevantes.

            El gobierno danés también tuvo un papel importante, y no muy estudiado desde el mundo académico, que si bien no es de censura, sí indica cómo el poder forma discursos e intenta influir en el framing de las noticias. Hervik (2012) ve cómo desde el inicio, el gobierno fue consciente de la gravedad del conflicto, cuando el Primer Ministro afirmó que se enfrentaba "a la peor crisis de política exterior desde la Segunda Guerra Mundial" (p. 84). Ante esta situación, el gobierno adoptó una actitud de negación del diálogo con la comunidad musulmana de Dinamarca y propuso un discurso simplista y binario en donde se enfrentaban fuerzas del bien y el mal, bonitas y feas, amigas o enemigas y que encajaban en un marco de choque de civilizaciones (p. 84). Sin embargo, invirtió recursos en contactar a gobiernos del Oriente Medio en una ofensiva de relaciones públicas para mitigar los daños.

            En cuanto al gobierno de Estados Unidos durante el conflicto del video, la Casa Blanca buscó presionar, no intentando censurar YouTube, lo cual hubiera causado escándalo público, sino contactando a Google para ver si el video violaba las políticas de uso, una forma más sutil de presionar e influir el contenido. Las autoridades californianas detuvieron a Nakoula, pero no por el video, sino por haber violado las condiciones de su libertad condicional. Y al final, las máximas autoridades judiciales eliminaron el video de YouTube, pero no alegando razones políticas o de responsabilidad social, sino por haber violado los derechos de autor de una de las actrices. Es plausible, aunque no demostrable, que el sistema legal y judicial de Estados Unidos, prohibió el video influido por el contenido ofensivo y por sus consecuencias dramáticas, aunque oficialmente se prohibiera por violar derechos de autor.

            Cuando Charlie Hebdo publicó la caricatura de Mahoma desnudo en solidaridad con el video estadounidense, el portavoz de Barack Obama cuestionó desde la Casa Blanca la portada del semanario: "Hemos hablado frecuentemente de la importancia de proteger la libertad de expresión, que está inscrita en nuestra Constitución. En otras palabras, no cuestionamos el derecho de publicar algo así, simplemente la decisión de publicarlo. Y creo que esta es nuestra visión sobre el video que se produjo en este país y que ha causado tanta ofensa en el mundo musulmán" (The White House, 2012).

El libre flujo de la información

            La comunicación internacional se ha distinguido por estudiar flujos de información y comunicación. Hace más de dos décadas, Howard Frederick (1993) definía los estudios de comunicación global como aquellos que se concentran en "la comunicación transfronteriza de valores, actitudes, opiniones, información y datos de individuos, grupos, gente, instituciones, gobiernos y tecnologías de la información, así como las polémicas consecuencias que surgen de la estructura de las instituciones responsables de promover o inhibir los mensajes entre naciones y culturas" (pp. 11-12). Mowlana (1986) identificó y analizó canales y tipos del flujo internacional de la información, desde los de orientación humana (turismo, migración, diplomacia, congresos académicos, canales políticos...) hasta los de orientación tecnológica (periódicos, revistas científicas, radio, datos vía satélite...).

            Este flujo, que generó estudios comparativos internacionales de gran envergadura en las últimas décadas de la Guerra Fría, también dio pie a algunas teorías de la comunicación que, como el imperialismo cultural, tuvieron consecuencias más allá del ámbito académico. El debate más intenso fue el que surgió alrededor de la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, a principios de los 1980s. La enorme cantidad de temas comunicacionales que se debatieron en esa época emanaban de un problema general: la falta de balance en el flujo de la información y la comunicación. Numerosos estudios, algunos con más rigor que otros, demostraban que la información viajaba de unos pocos países al resto del mundo. Las grandes agencias de noticias, situadas en Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética, manejaban el 80% del flujo de la información global, un flujo que reflejaba patrones neocoloniales (ver, e.g., Gerbner y Siefert, 1984).

            Los países no alineados, en ocasiones con el apoyo del bloque soviético, denunciaban que la falta de equilibrio en ese flujo les perjudicaba y pedían un nuevo orden mundial de la información y la comunicación (NOMIC), más justo y balanceado. Los países occidentales, con Estados Unidos y Gran Bretaña al frente, argumentaban que corregir el flujo libre de la información era equivalente a imponer la censura y el control por parte de gobiernos que habían demostrado ser enemigos de la libertad de prensa.

            La UNESCO pasó una serie de 82 recomendaciones para equilibrar el flujo y Estados Unidos (en 1985) y Gran Bretaña (en 1986) abandonaron la institución, llevándose su parte proporcional de financiación. En pocos años, el debate sobre el NOMIC se apagó y los temas que lo habían motivado fueron desapareciendo, también, de los proyectos de investigación en el estudio de la comunicación internacional.

            Tres décadas más tarde, la polémica del video de Nakoula y de las caricaturas de Charlie Hebdo llevó a algunos partidos y gobiernos musulmanes, liderados por Argelia y Pakistán, a intentar que las Naciones Unidas regularan la protección de creencias y símbolos religiosos ante la burla ("Muslim countries seek...", 2012; "Caricatures de Mahomet..." 2012). La Organización de la Conferencia Islámica[6], que representa a 56 países musulmanes, cabildeó ante un comité de la ONU en Ginebra para presentar un protocolo de protección a las religiones ante la Asamblea General. El proceso podría durar una década, pero Estados Unidos movilizó a su diplomacia para impedir que la propuesta llegara a la Asamblea General. En este nuevo debate sobre el control del flujo mundial de la información, la visión occidental es que la protección a símbolos religiosos equivaldría a la censura y a la restricción de la libertad de expresión, y por lo tanto de los derechos humanos. Por parte de los países musulmanes, el ataque a las creencias y los símbolos religiosos es lo que constituye una violación de los derechos humanos de los creyentes ("Muslim countries seek...", 2012).

            Sea cual sea el resultado final de estos intentos, el extinto debate del control al flujo mundial de la información está renaciendo en las Naciones Unidas. Las circunstancias y la geopolítica se han transformado de manera radical desde la caída del Muro de Berlín, pero las representaciones occidentales de Mahoma pueden ser útiles en la docencia también para analizar y actualizar un debate, el del control del flujo de la información, de casi 40 años.

Nuevas Tecnologías

            Que la intersección entre tecnología, cultura y política se ha complejizado está pasmado en el caso de las caricaturas y el video. Quedan lejos los tiempos de la fatua a Salman Rushdie, cuando el Ayatollah Khomeini puso precio a la cabeza del escritor por ofender al Islam mediante la literatura. Ahora tanto las ofensas como el terror político de retaliación tienen un componente electrónico, global e instantáneo. Twitter, Facebook, Google y YouTube son los nuevos mensajeros. Salvo unas decenas de miles de daneses y franceses, casi nadie ha visto las páginas del periódico o la revista con las caricaturas de Mahoma impresas en papel. Sin embargo, Google se encargó de hacerlas llegar a todo el mundo, independientemente de las decisiones editoriales de los periódicos de cada país de reproducirlas o no. El video de La inocencia de los musulmanes fue proyectado en salas en contadas ocasiones. En la primera sesión, se calcula que apenas asistieron diez personas. Fue a través de YouTube que registró millones de visitas y engendró una polémica global de consecuencias dramáticas.

            En los últimos años, mis clases de comunicación internacional generan una especial expectativa cuando llegamos a las nuevas tecnologías. Estudiar el funcionamiento y las implicaciones sociales y políticas de Facebook o YouTube hace que la globalización y el flujo de la información dejen de ser meros objetos de estudio académico para pasar a ser temas de la cotidianidad de los estudiantes. Wikileaks, Twitter, el uso de datos personales y la falta de privacidad del usuario o la economía política de estas empresas crean fascinación entre los universitarios.

            El conflicto de las representaciones de Mahoma demuestra cómo estas empresas tienen la capacidad de difundir, pero también de censurar y de restringir contenidos a nivel global y con supervisión pública escasa, cuando no nula. En las caricaturas, y sobre todo en el video, Google se ha convertido en actor político de la comunicación internacional. No se puede entender el desarrollo del conflicto sin analizar el papel de YouTube. Google negocia directamente con los estados para ver qué contenido es aceptable en cada país y dirige el flujo de contenidos según sus intereses. En este caso, el flujo de la información y qué se considera censura y qué no ya no estuvo en manos de la UNESCO, sino de una sola empresa. Mientras el video era legal en Estados Unidos, Google tomó la decisión de prohibirlo en Egipto, India o Libia. Cuando la Suprema Corte de Justicia estadounidense ordenó retirar el video, fue todo el planeta el que se quedó sin poderlo ver.

            Esto no significa que las nuevas tecnologías estén únicamente al servicio de intereses occidentales. La revista oficial del Estado Islámico, Dabiq, también circula en inglés, francés, ruso, alemán y árabe por Twitter y se encuentra con facilidad en Google. El Estado Islámico o Al Qaeda usan YouTube y Twitter con regularidad para expander el miedo entre occidente y para reclutar a nuevos militantes (Gambhir, 2014). El lenguaje audiovisual y su difusión por redes sociales es una nueva forma de propaganda y guerra a la vez. La armamentización de las redes sociales de Internet está comenzando a ser estudiada y Twitter juega un papel crucial: si bien permite el uso de la red para difundir imágenes y videos, en el caso de la decapitación del periodista James Foley, Twitter restringió su distribución e identificó y cerró cuentas de los principales "diseminadores", que se mudaron a otras redes (Nissen, 2014).

Notas finales

            En un mundo que resulta ininteligible para un gran número de universitarios, las facultades y departamentos de comunicación pueden, mediante los cursos de comunicación internacional, aportar herramientas de análisis y comprensión académica y alejarse de las simplificaciones que ofrecen prensa y televisión. El conflicto de las caricaturas y el video de Mahoma permite acotar una riqueza de temas en un solo caso, manejable en pocas semanas, y por lo tanto, asumible dentro de un curso semestral.

            Este artículo presenta algunos usos de este caso para presentar cuatro temas: (1) la responsabilidad social en los sistemas de prensa, (2) la censura y la intervención gubernamental en procesos de comunicación, (3) el debate del libre flujo de la información y (4) las implicaciones políticas de las nuevas tecnologías. Estos enfoques son solo una puerta de entrada al estudio de la comunicación internacional usando un mismo ejemplo. Otras posibilidades incluyen: el análisis de los discursos globales de dominación y resistencia, como hace Hervik (2012) para estudiar el discurso del conflicto de identidad étnica; el tratamiento de la violencia en los medios; la comunicación para la paz (estudiando, por ejemplo, iniciativas civiles para mitigar la violencia y promover la comunicación intercultural); la propaganda, con objetivos tradicionales (intimidar, desmoralizar, reclutar, conseguir fondos), pero con mayor impacto e inmediatez; la relación entre terror político y medios; la reactivación del nacionalismo xenófobo en Europa a través de los medios; la doble moral al tratar los muertos, según su nacionalidad, o las transformaciones en los canales de transmisión de información internacional. La lista no pretende ni puede ser exhaustiva.

            Gran parte del dramatismo de este caso se explica por las nuevas tecnologías. Tanto las representaciones de Mahoma como las acciones de protesta más violentas son inmediatas, lo cual desalienta la reflexión. En consecuencia, la intermediación de actores moderados se vuelve ineficaz en la medida que los actores radicales logran mandar su mensaje de manera directa, impactante y universal (mediante videos, fotos y caricaturas que requieren poca interpretación). Si bien es cierto que los medios de cada país deciden cómo presentan la información y qué editan (seguramente, la mayoría de medios del mundo optan por no mostrar videos de decapitaciones ni reproducir caricaturas de Mahoma, por ejemplo), el material auténtico, sin editar y con toda su capacidad de impacto, está disponible sin esfuerzo a través de Internet. La aparición de nuevos actores, de nuevos mensajes, de nuevas pugnas por el poder, de nuevos discursos y de una violencia gráfica sin precedentes obligan al estudio de la comunicación internacional a abordar temas complejos de maneras innovadoras.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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[1] En el caso de las caricaturas danesas, Peter Hervik (2006), uno de los principales investigadores europeos de representaciones mediáticas del Islam, argumenta que la motivación central del periódico Jyllands-Posten no era la defensa de la libertad de expresión, sino comprobar si los cartonistas se atrevían a publicar la imagen de Mahoma a pesar del miedo. Para Hervik, el debate sobre la libertad de expresión llegó más tarde para justificar un acto al que califica de "irresponsable e irrespetuoso" y que se enmarca en ataques previos del periódico al Islam y a la migración musulmana en Dinamarca (p. 228).

[2] La Charia es una serie de normas islámicas que rigen las conductas públicas y privadas de los musulmanes. La portada hacía alusión a la reciente instauración de la Charia en Libia y a la victoria del partido islamista Ennahda en Túnez, según el editor del semanario (Bordenave y Termisien, 2011).

[3] Unos meses antes, en 2012, una película iraní había ganado el Óscar a la mejor película en lengua extranjera.

[4] Desde mayo de 2015, el video vuelve a estar disponible en YouTube después de que Estados Unidos revirtiera la decisión de eliminarlo.

[5] De un total de 180 países. Las principales críticas a Francia fueron los conflictos de intereses de los medios, la falta de protección a la confidencialidad de las fuentes, una ley que permite la vigilancia sin permiso de un juez y el cese de protección a los periodistas de apología del terrorismo y provocación de actos de terrorismo (RSF, 2015a). De Estados Unidos, RSF denunció el acoso judicial a un periodista del New York Times y la falta de una ley para proteger el secreto profesional de los periodistas. La policía de Missouri también detuvo a 15 periodistas durante los enfrentamientos entre policías y manifestantes en una manifestación de protesta porque un policía blanco mató a un adolescente negro (RSF, 2015b)

[6] La Organización de la Conferencia Islámica cambió su nombre a Organización para la Cooperación Islámica en 2011.